26 nov 2012

Una teoría de la clase política española. Por César Molins.

Merece la pena el esfuerzo de leerlo. Dice verdades como puños.
 
Adjunto el texto íntegro y enlace al artículo de El Páis al final.
 
En este artículo propongo una teoría de la clase política española para argumentar la necesidad imperiosa y urgente de cambiar nuestro sistema electoral para adoptar un sistema mayoritario. La teoría se refiere al comportamiento de un colectivo y, por tanto, no admite interpretaciones en términos de comportamientos individuales. ¿Por qué una teoría? Por dos razones. En primer lugar porque una teoría, si es buena, permite conectar sucesos aparentemente inconexos y explicar sucesos aparentemente inexplicables. Es decir, dar sentido a cosas que antes no lo tenían. Y, en segundo lugar, porque de una buena teoría pueden extraerse predicciones útiles sobre lo que ocurrirá en el futuro. Empezando por lo primero, una buena teoría de la clase política española debería explicar, por lo menos, los siguientes puntos:
  1. ¿Cómo es posible que, tras cinco años de iniciada la crisis, ningún partido político tenga un diagnóstico coherente de lo que le está pasando a España?
  2. ¿Cómo es posible que ningún partido político tenga una estrategia o un plan a largo plazo creíble para sacar a España de la crisis? ¿Cómo es posible que la clase política española parezca genéticamente incapaz de planificar?
  3. ¿Cómo es posible que la clase política española sea incapaz de ser ejemplar? ¿Cómo es posible que nadie-salvo el Rey y por motivos propios- haya pedido disculpas?
  4. ¿Cómo es posible que la estrategia de futuro más obvia para España -la mejora de la educación, el fomento de la innovación, el desarrollo y el emprendimiento y el apoyo a la investigación- sea no ya ignorada, sino masacrada con recortes por los partidos políticos mayoritarios?
En lo que sigue, argumento que la clase política española ha desarrollado en las últimas décadas un interés particular, sostenido por un sistema de captura de rentas, que se sitúa por encima del interés general de la nación. En este sentido forma una élite extractiva, según la terminología popularizada por Acemoglu y Robinson. Los políticos españoles son los principales responsables de la burbuja inmobiliaria, del colapso de las cajas de ahorro, de la burbuja de las energías renovables y de la burbuja de las infraestructuras innecesarias. Estos procesos han llevado a España a los rescates europeos, resistidos de forma numantina por nuestra clase política porque obligan a hacer reformas que erosionan su interés particular. Una reforma legal que implantase un sistema electoral mayoritario provocaría que los cargos electos fuesen responsables ante sus votantes en vez de serlo ante la cúpula de su partido, daría un vuelco muy positivo a la democracia española y facilitaría el proceso de reforma estructural. Empezaré haciendo una breve historia de nuestra clase política. A continuación la caracterizaré como una generadora compulsiva de burbujas. En tercer lugar explicitaré una teoría de la clase política española. En cuarto lugar usaré esta teoría para predecir que nuestros políticos pueden preferir salir del euro antes que hacer las reformas necesarias para permanecer en él. Por último propondré cambiar nuestro sistema electoral proporcional por uno mayoritario, del tipo first-past-the-post, como medio de cambiar nuestra clase política.

La historia

Los políticos de la Transición tenían procedencias muy diversas: unos venían del franquismo, otros del exilio y otros estaban en la oposición ilegal del interior. No tenían ni espíritu de gremio ni un interés particular como colectivo. Muchos de ellos no se veían a sí mismos como políticos profesionales y, de hecho, muchos no lo fueron nunca. Estos políticos tomaron dos decisiones trascendentales que dieron forma a la clase política que les sucedió. La primera fue adoptar un sistema electoral proporcional corregido, con listas electorales cerradas y bloqueadas. El objetivo era consolidar el sistema de partidos políticos fortaleciendo el poder interno de sus dirigentes, algo que entonces, en el marco de una democracia incipiente y dubitativa, parecía razonable. La segunda decisión, cuyo éxito se condicionaba al de la primera, fue descentralizar fuertemente el Estado, adoptando la versión café para todos del Estado de las autonomías. Los peligros de una descentralización excesiva, que eran evidentes, se debían conjurar a partir del papel vertebrador que tendrían los grandes partidos políticos nacionales, cohesionados por el fuerte poder de sus cúpulas. El plan, por aquel entonces, parecía sensato.
Pero, tal y como le ocurrió al Dr. Frankenstein, lo que creó al monstruo no fue el plan, que no era malo, sino su implementación. Por una serie de infortunios, a la criatura de Frankenstein se le acabó implantando el cerebro equivocado. Por una serie de imponderables, a la joven democracia española se le acabó implantando una clase política profesional que rápidamente devino disfuncional y monstruosa. Matt Taibbi, en su célebre artículo de 2009 en Rolling Stone sobre Goldman Sachs “La gran máquina americana de hacer burbujas” comparaba al banco de inversión con un gran calamar vampiro abrazado a la cara de la humanidad que va creando una burbuja tras otra para succionar de ellas todo el dinero posible. Más adelante propondré un símil parecido para la actual clase política española, pero antes conviene analizar cuáles han sido los cuatro imponderables que han acabado generando a nuestro monstruo.
En primer lugar, el sistema electoral proporcional, con listas cerradas y bloqueadas, ha creado una clase política profesional muy distinta de la que protagonizó la Transición. Desde hace ya tiempo, los cachorros de las juventudes de los diversos partidos políticos acceden a las listas electorales y a otras prebendas por el exclusivo mérito de fidelidad a las cúpulas. Este sistema ha terminado por convertir a los partidos en estancias cerradas llenas de gente en las que, a pesar de lo cargado de la atmósfera, nadie se atreve a abrir las ventanas. No pasa el aire, no fluyen las ideas, y casi nadie en la habitación tiene un conocimiento personal directo de la sociedad civil o de la economía real. La política y sus aledaños se han convertido en un modus vivendi que alterna cargos oficiales con enchufes en empresas, fundaciones y organismos públicos y, también, con canonjías en empresas privadas reguladas que dependen del BOE para prosperar.
En segundo lugar, la descentralización del Estado, que comenzó a principios de los 80, fue mucho más allá de lo que era imaginable cuando se aprobó la Constitución. Como señala Enric Juliana en su reciente libro Modesta España, el Estado de las autonomías inicialmente previsto, que presumía una descentralización controlada de “arriba a abajo”, se vio rápidamente desbordado por un movimiento de “abajo a arriba” liderado por élites locales que, al grito de “¡no vamos a ser menos!”, acabó imponiendo la versión de café para todos del Estado autonómico. ¿Quiénes eran y qué querían estas élites locales? A pesar de ser muy lampedusiano, Juliana se limita a señalar a “un democratismo pequeñoburgués que surge desde abajo”. Eso es, sin duda, verdad. Pero, adicionalmente, es fácil imaginar que los beneficiarios de los sistemas clientelares y caciquiles implantados en la España de provincias desde 1833, miraban al nuevo régimen democrático con preocupación e incertidumbre, lo que les pudo llevar, en muchos casos, a apuntarse a “cambiarlo todo para que todo siga igual” y a ponerse en cabeza de la manifestación descentralizadora. Como resultante de estas fuerzas, se produjo un crecimiento vertiginoso de las Administraciones Públicas: 17 administraciones y gobiernos autonómicos, 17 parlamentos y miles -literalmente miles- de nuevas empresas y organismos públicos territoriales cuyo objetivo último en muchos casos, era generar nóminas y dietas. En ausencia de procedimientos establecidos para seleccionar plantillas, los políticos colocaron en las nuevas administraciones y organismos a deudos, familiares, nepotes y camaradas, lo que llevó a una estructura clientelar y politizada de las administraciones territoriales que era inimaginable cuando se diseñó la Constitución. A partir de una Administración hipertrofiada, la nueva clase política se había asegurado un sistema de captura de rentas -es decir un sistema que no crea riqueza nueva, sino que se apodera de la ya creada por otros- por cuyas alcantarillas circulaba la financiación de los partidos.
En tercer lugar, llegó la gran sorpresa. El poder dentro de los partidos políticos se descentralizó a un ritmo todavía más rápido que las Administraciones Públicas. La idea de que la España autonómica podía ser vertebrada por los dos grandes partidos mayoritarios saltó hecha añicos cuando los llamados barones territoriales adquirieron bases de poder de “abajo a arriba” y se convirtieron, en la mejor tradición del conde de Warwick, en los hacedores de reyes de sus respectivos partidos. En este imprevisto contexto, se aceleró la descentralización del control y la supervisión de las Cajas de Ahorro. Las comunidades autónomas se apresuraron a aprobar sus propias leyes de Cajas y, una vez asegurado su control, poblaron los consejos de administración y cargos directivos con políticos, sindicalistas, amigos y compinches. Por si esto fuera poco, las Cajas tuteladas por los gobiernos autonómicos hicieron proliferar empresas, organismos y fundaciones filiales, en muchas ocasiones sin objetivos claros aparte del de generar más dietas y más nóminas.
Y en cuarto lugar, aunque la lista podría prolongarse, la clase política española se ha dedicado a colonizar ámbitos que no son propios de la política como, por ejemplo y sin ánimo de ser exhaustivo, el Tribunal Constitucional, el Consejo General del Poder Judicial, el Banco de España, la CNMV, los reguladores sectoriales de energía y telecomunicaciones, la Comisión de la Competencia… El sistema democrático y el Estado de derecho necesitan que estos organismos, que son los encargados de aplicar la Ley, sean independientes. La politización a la que han sido sometidos ha terminado con su independencia, provocando una profunda deslegitimación de estas instituciones y un severo deterioro de nuestro sistema político. Pero es que hay más. Al tiempo que invadía ámbitos ajenos, la política española abandonaba el ámbito que le es propio: el Parlamento. El Congreso de los Diputados no es solo el lugar donde se elaboran las leyes; es también la institución que debe exigir la rendición de cuentas. Esta función del Parlamento, esencial en cualquier democracia, ha desaparecido por completo de la vida política española desde hace muchos años. La quiebra de Bankia, escenificada en la pantomima grotesca de las comparecencias parlamentarias del pasado mes de julio, es sólo el último de una larga serie de casos que el Congreso de los Diputados ha decidido tratar como si fuesen catástrofes naturales, como un terremoto, por ejemplo, en el que aunque haya víctimas no hay responsables. No debería sorprender, desde esta perspectiva, que los diputados no frecuenten la Carrera de San Jerónimo: hay allí muy poco que hacer.

Las burbujas

Los cuatro procesos descritos en los párrafos anteriores han conformado un sistema político en el que las instituciones están, en el mal sentido de la palabra, excesivamente politizadas y en el que nadie acaba siendo responsable de sus actos porque nunca se exige en serio rendición de cuentas. Nadie dentro del sistema pone en cuestión los mecanismos de capturas de rentas que constituyen el interés particular de la clase política española. Este es el contexto en el que se desarrollaron no sólo la burbuja inmobiliaria y el saqueo y quiebra de la gran mayoría de las Cajas de Ahorro, sino también otras “catástrofes naturales”, otros “actos de Dios”, a cuya generación tan adictos son nuestros políticos. Porque, como el gran calamar de Taibbi, la clase política española genera burbujas de manera compulsiva. Y lo hace no tanto por ignorancia o por incompetencia como porque en todas ellas captura rentas. Hagamos, sin pretensión alguna de exhaustividad, un brevísimo repaso de las principales tropelías impunes de las últimas dos décadas: la burbuja inmobiliaria, las Cajas de Ahorro, las energías renovables y las nuevas autopistas de peaje.
La burbuja inmobiliaria española fue, en términos relativos, la mayor de las tres que estuvieron en el origen de la actual crisis global, siendo las otras dos la estadounidense y la irlandesa. No hay duda de que, como las demás, estuvo alimentada por los bajos tipos de interés y por los desequilibrios macroeconómicos a escala mundial. Pero, dicho esto, al contrario de lo que sucede en EE UU, las decisiones sobre qué se construye y dónde se construye en España se toman en el ámbito político. Aquí no se puede hablar de pecados por omisión, de olvido del principio de que los gestores públicos deben gestionar como diligentes padres de familia. No. En España la clase política ha inflado la burbuja inmobiliaria por acción directa, no por omisión ni por olvido. Los planes urbanísticos se fraguan en complejas y opacas negociaciones de las que, además de nuevas construcciones, surgen la financiación de los partidos políticos y numerosas fortunas personales, tanto entre los recalificados como entre los recalificadores. Por si el poder de los políticos –decidir el qué y el dónde- no fuese suficiente, la transmisión del control de las Cajas de Ahorro a las comunidades autónomas añadió a los dos anteriores el poder de decisión sobre el quién, es decir, el poder de decisión sobre quién tenía financiación de la Caja de turno para ponerse a construir. Esto supuso un salto cualitativo en la capacidad de captura de rentas de la clase política española, acercándola todavía más a la estrategia del calamar vampiro de Taibbi. Primero se infla la burbuja, a continuación se capturan todas las rentas posibles y, por último, a la que la burbuja pincha… ¡ahí queda eso! El panorama, cinco años después del pinchazo de la burbuja, no puede ser más desolador. La economía española no crecerá durante muchos años más. Y las Cajas de Ahorro han desaparecido, la gran mayoría por insolvencia o quiebra técnica. ¡Ahí queda eso!
Las otras dos burbujas que mencionaré son resultado de la peculiar simbiosis de nuestra clase política con el “capitalismo castizo”, es decir, con el capitalismo español que vive del favor del Boletín Oficial del Estado. En una reunión reciente, un conocido inversor extranjero lo llamó “relación incestuosa”; otro, nacional, habló de “colusión contra consumidores y contribuyentes”. Sea lo que sea, recordemos en primer lugar la burbuja de las energías renovables. España representa un 2% del PIB mundial y está pagando el 15% del total global de las primas a las energías renovables. Este dislate, presentado en su día como una apuesta por situarse en la vanguardia de la lucha contra el cambio climático, es un sinsentido que España no se puede permitir. Pero estas primas generan muchas rentas y prebendas capturadas por la clase política y, también hay que decirlo, mucho fraude y mucha corrupción a todos los niveles de la política y de la Administración. Para financiar las primas, las empresas y familias españolas pagan la electricidad más cara de Europa, lo que supone una grave merma de competitividad para nuestra economía. A pesar de esos precios exagerados, y de que la generación eléctrica tiene un exceso de capacidad de más del 30%, el sistema eléctrico español ostenta un déficit tarifario de varios miles de millones de euros al año y más de 24.000 millones de deuda acumulada que nadie sabe cómo pagar. La burbuja de las renovables ha pinchado y… ¡ahí queda eso!
La última burbuja que traeré a colación, aunque la lista es más larga (fútbol, televisiones…), es la formada por las innumerables infraestructuras innecesarias construidas en las últimas dos décadas a costes astronómicos para beneficio de constructores y perjuicio de contribuyentes. Uno de los casos más chirriantes es el de las autopistas radiales de Madrid, pero hay muchísimos más. Las radiales, que pretendían descongestionar los accesos a Madrid, se diseñaron y construyeron haciendo dejación de principios muy importantes de prudencia y buena administración. Para empezar, se hicieron unas previsiones temerarias del tráfico que dichas autopistas iban a tener. En la actualidad el tráfico no supera el 30% de lo previsto. Y no es por la crisis: en los años del boom tampoco había tráfico. A continuación ¿incomprensiblemente? el Gobierno permitió que los constructores y los concesionarios fuesen, esencialmente, los mismos. Esto es un disparate, porque al disfrazarse los constructores de concesionarios mediante unas sociedades con muy poco capital y mucha deuda, se facilitaba que pasara lo que acabó pasando: los constructores cobraron de las concesionarias por construir las autopistas y, al constatarse que no había tráfico, amenazaron con dejarlas quebrar. Los principales acreedores eran ¡oh sorpresa! las Cajas de Ahorro. Los más de 3.000 millones de deuda nadie sabe cómo pagarlos y acabarán recayendo sobre el contribuyente pero, en cualquier caso, ¡ahí queda eso!

La teoría

Termino aquí la parte descriptiva de este artículo en la que he resumido unos pocos “hechos estilizados” que considero representativos del comportamiento colectivo, no necesariamente individual, y esto es importante recordarlo, de los políticos españoles. Paso ahora a formular una teoría de la clase política española como grupo de interés.
El enunciado de la teoría es muy simple. La clase política española no sólo se ha constituido en un grupo de interés particular, como los controladores aéreos, por poner un ejemplo, sino que ha dado un paso más, consolidándose como una élite extractiva, en el sentido que dan a este término Acemoglu y Robinson en su reciente y ya célebre libro Por qué fracasan las naciones. Una élite extractiva se caracteriza por:
"Tener un sistema de captura de rentas que permite, sin crear riqueza nueva, detraer rentas de la mayoría de la población en beneficio propio".
"Tener el poder suficiente para impedir un sistema institucional inclusivo, es decir, un sistema que distribuya el poder político y económico de manera amplia, que respete el Estado de derecho y las reglas del mercado libre. Dicho de otro modo, tener el poder suficiente para condicionar el funcionamiento de una sociedad abierta -en el sentido de Popper- u optimista -en el sentido de Deutsch".
"Abominar la 'destrucción creativa', que caracteriza al capitalismo más dinámico. En palabras de Schumpeter "la destrucción creativa es la revolución incesante de la estructura económica desde dentro, continuamente destruyendo lo antiguo y creando lo nuevo".  Este proceso de destrucción creativa es el rasgo esencial del capitalismo.”Una élite extractiva abomina, además, cualquier proceso innovador lo suficientemente amplio como para acabar creando nuevos núcleos de poder económico, social o político".
Con la navaja de Occam en la mano, si esta sencilla teoría tiene poder explicativo, será imbatible. ¿Qué tiene que decir sobre las cuatro preguntas que se le han planteado al principio del artículo? Veamos:
  1. La clase política española, como élite extractiva, no puede tener un diagnóstico razonable de la crisis. Han sido sus mecanismos de captura de rentas los que la han provocado y eso, claro está, no lo pueden decir. Cierto, hay una crisis económica y financiera global, pero eso no explica seis millones de parados, un sistema financiero parcialmente quebrado y un sector público que no puede hacer frente a sus compromisos de pago. La clase política española tiene que defender, como está haciendo de manera unánime, que la crisis es un acto de Dios, algo que viene de fuera, imprevisible por naturaleza y ante lo cual sólo cabe la resignación.
  2. La clase política española, como élite extractiva, no puede tener otra estrategia de salida de la crisis distinta a la de esperar que escampe la tormenta. Cualquier plan a largo plazo, para ser creíble, tiene que incluir el desmantelamiento, por lo menos en parte, de los mecanismos de captura de rentas de los que se beneficia. Y eso, por supuesto, no se plantea.
  3. ¿Pidieron perdón los controladores aéreos por sus desmanes? No, porque consideran que defendían su interés particular. ¿Alguien ha oído alguna disculpa de algún político por la situación en la que está España? No, ni la oirá, por la misma razón que los controladores. ¿Cómo es que, como medida ejemplarizante, no se ha planteado en serio la abolición del Senado, de las diputaciones, la reducción del número de ayuntamientos…? Pues porque, caídas las Cajas de Ahorro -y ante las dificultades presentes para generar nuevas burbujas- la defensa de las rentas capturadas restantes se lleva a ultranza.
  4. Tal y como establece la teoría de las élites extractivas, los partidos políticos españoles comparten un gran desprecio por la educación, una fuerte animadversión por la innovación y el emprendimiento y una hostilidad total hacia la ciencia y la investigación. De la educación sólo parece interesarles el adoctrinamiento: las estridentes peleas sobre la Educación para la Ciudadanía contrastan con el silencio espeso que envuelve las cuestiones verdaderamente relevantes como, por ejemplo, el elevadísimo fracaso escolar o los lamentables resultados en los informes PISA. La innovación y el emprendimiento languidecen en el marco de regulaciones disuasorias y fiscalidades punitivas sin que ningún partido se tome en serio la necesidad de cambiarlas. Y el gasto en investigación científica, concebido como suntuario de manera casi unánime, se ha recortado con especial saña sin que ni un solo político relevante haya protestado por un disparate que compromete más que ningún otro el futuro de los españoles.
La teoría de las élites extractivas, por lo visto hasta aquí, parece dar sentido a bastantes rasgos llamativos del comportamiento de la clase política española. Veamos qué nos dice sobre el futuro.

La predicción

La crisis ha acentuado el conflicto entre el interés particular de la clase política española y el interés general de España. Las reformas necesarias para permanecer en el euro chocan frontalmente con los mecanismos de captura de rentas que sostienen dicho interés particular. Por una parte, la estabilidad presupuestaria va a requerir una reducción estructural del gasto de las Administraciones públicas superior a los 50 millardos de euros, un 5% del PIB. Esto no puede conseguirse con más recortes coyunturales: hacen falta reformas en profundidad que, de momento, están inéditas. Se tiene que reducir drásticamente el sector público empresarial, esa zona gris entre la Administración y el sector privado, que, con sus muchos miles de empresas, organismos y fundaciones, constituye una de las principales fuentes de rentas capturadas por la clase política. Por otra parte, para volver a crecer, la economía española tiene que ganar competitividad. Para eso hacen falta muchas más reformas para abrir más sectores a la competencia, especialmente en el mencionado sector público empresarial y en sectores regulados. Esto debería hacer más difícil seguir creando burbujas en la economía española.
La infinita desgana con la que nuestra clase política está abordando el proceso reformista ilustra bien que, colectivamente al menos, barrunta las consecuencias que las reformas pueden tener sobre su interés particular. La única reforma llevada a término por iniciativa propia, la del mercado de trabajo, no afecta directamente a los mecanismos de captura de rentas. Las que sí lo hacen, exigidas por la UE como, por ejemplo, la consolidación fiscal, no se han aplicado. Deliberadamente, el Gobierno confunde reformas con recortes y subidas de impuestos y ofrece los segundos en vez de las primeras, con la esperanza de que la tempestad amaine por sí misma y, al final, no haya que cambiar nada esencial. Como eso no va a ocurrir, en algún momento la clase política española se tendrá que plantear el dilema de aplicar las reformas en serio o abandonar el euro. Y esto, creo yo, ocurrirá más pronto que tarde.
La teoría de las élites extractivas predice que el interés particular tenderá a prevalecer sobre el interés general. Yo veo probable que en los dos partidos mayoritarios españoles crezca muy deprisa el sentimiento “pro peseta”. De hecho, ya hay en ambos partidos cabezas de fila visibles de esta corriente. La confusión inducida entre recortes y reformas tiene la consecuencia perversa de que la población no percibe las ventajas a largo plazo de las reformas y sí experimenta el dolor a corto plazo de los recortes que, invariablemente, se presentan como una imposición extranjera. De este modo se crea el caldo de cultivo necesario para, cuando las circunstancias sean propicias, presentar una salida del euro como una defensa de la soberanía nacional ante la agresión exterior que impone recortes insufribles al Estado de bienestar. También, por poner un ejemplo, los controladores aéreos presentaban la defensa de su interés particular como una defensa de la seguridad del tráfico aéreo. La situación actual recuerda mucho a lo ocurrido hace casi dos siglos cuando, en 1814, Fernando VII – El Deseado- aplastó la posibilidad de modernización de España surgida de la Constitución de 1812 mientras el pueblo español le jaleaba al grito de ¡vivan las “caenas”! Por supuesto que al Deseado actual –llámese Mariano, Alfredo u otra cosa- habría que jalearle incorporando la vigente sensibilidad autonómica, utilizando gritos del tipo ¡viva Gürtel! ¡vivan los ERE de Andalucía! ¡visca el Palau de la Música Catalana! Pero, en cualquier caso, las diferencias serían más de forma que de fondo.
Una salida del euro, tanto si es por iniciativa propia como si es porque los países del norte se hartan de convivir con los del sur, sería desastrosa para España. Implicaría, como acertadamente señalaron Jesús Fernández-Villaverde, Luis Garicano y Tano Santos en EL PAÍS el pasado mes de junio, no sólo una vuelta a la España de los 50 en lo económico, sino un retorno al caciquismo y a la corrupción en lo político y en lo social que llevaría a fechas muy anteriores y que superaría con mucho a la situación actual, que ya es muy mala. El calamar vampiro, reducido a chipirón, sería cabeza de ratón en vez de cola de león, pero eso nuestra clase política lo ve como un mal menor frente a la alternativa del harakiri que suponen las reformas. Los liberales, como en 1814, serían masacrados –de hecho, en los dos partidos mayoritarios, ya se observan movimientos en esa dirección.
El peligro de que todo esto acabe ocurriendo en un plazo relativamente corto es, en mi opinión, muy significativo. ¿Se puede hacer algo por evitarlo? Lamentablemente, no mucho, aparte de seguir publicando artículos como éste. Como muestran todos los sondeos, el desprestigio de la clase política española es inmenso, pero no tiene alternativa a corto plazo. A más largo plazo, como explico a continuación, sí la tiene.

Cambiar el sistema electoral

La clase política española, como hemos visto en este artículo, es producto de varios factores entre los que destaca el sistema electoral proporcional, con listas cerradas y bloqueadas confeccionadas por las cúpulas de los partidos políticos. Este sistema da un poder inmenso a los dirigentes de los partidos y ha acabado produciendo una clase política disfuncional. No existe un sistema electoral perfecto -todos tienen ventajas e inconvenientes- pero, por todo lo expuesto hasta aquí, en España se tendría que cambiar de sistema con el objetivo de conseguir una clase política más funcional. Los sistemas mayoritarios producen cargos electos que responden ante sus electores, en vez de hacerlo de manera exclusiva ante sus dirigentes partidarios. Como consecuencia, las cúpulas de los partidos tienen menos poder que las que surgen de un sistema proporcional y la representatividad que dan de las urnas está menos mediatizada. Hasta aquí todo son ventajas. También hay inconvenientes. Un sistema proporcional acaba dando escaños a partidos minoritarios que podrían no obtener ninguno con un sistema mayoritario. Esto perjudicaría a partidos minoritarios de base estatal, pero beneficiaría a partidos minoritarios de base regional. En cualquier caso, el rasgo relevante de un sistema mayoritario es que el electorado tiene poder de decisión no solo sobre los partidos sino también sobre las personas que salen elegidas y eso, en España, es ahora una necesidad perentoria que compensa con creces los inconvenientes que el sistema pueda tener.
Un sistema mayoritario no es bálsamo de Fierabrás que cure al instante cualquier herida. Pero es muy probable que generase una clase política diferente, más adecuada a las necesidades de España. En Italia es inminente una propuesta de ley para cambiar el actual sistema proporcional por uno mayoritario corregido: dos tercios de los escaños se votarían en colegios uninominales y el tercio restante en listas cerradas en las que los escaños se distribuirían proporcionalmente a los votos obtenidos. Parece ser que el Gobierno “técnico” de Monti ha llegado a conclusiones similares a las que defiendo yo aquí: sin cambiar a una clase política disfuncional no puede abordarse un programa reformista ambicioso. Y es que, como le oí decir una vez a Carlos Solchaga, un “técnico” es un político que, además, sabe de algo. ¿Para cuándo una reforma electoral en España? ¿Habrá que esperar a que lleguen los “técnicos”?
 
 

Resultados Elecciones Catalanas 25-N

Los electores castigan a CiU, que, con 50 escaños, pierde 12 respecto a 2010 y queda muy lejos de la mayoría absoluta a la que aspiraba. ERC se convierte en la segunda fuerza con 21 diputados, mientras que el PSC, que pierde ocho escaños, es la tercera en el arco parlamentario. Ciutadans sube a nueve y el PP sube un escaño.

Desde los partidos nacionales todos contentos porque analizan el resultado como una debacle electoral de CiU y de su propuesta de independencia. El PSOE a pesar de sufrir una gran caída se muestra satisfecho por no caer tanto como decían las encuestas. El PP satisfecho porque sube un escaño y da por ganada la partida a la independencia. Pero... en realidad entre CiU y ERC suman escaños suficientes para gobernar en mayoría y dar el paso definitivo al famoso referendum de independencia.

Conclusión: casi todos contentos, unos más que otros, como siempre. En mi opinión, un paso más hacia el conflicto político-social del independentismo catalán a pesar de la satisfacción del PP. Esto no ha hecho más que empezar.

21 nov 2012

Día de Acción de Gracias

El Día de Acción de Gracias (en inglés, Thanksgiving Day; francés, Jour de l'Action de grâce) es una celebración tradicional de Estados Unidos y Canadá. En los Estados Unidos se celebra el cuarto jueves del mes de noviembre (o sea mañana), aunque originalmente se hacía el último jueves. En Canadá, por su parte, se celebra el segundo lunes de octubre. Generalmente en esta festividad se reúnen en torno a una mesa familiares y amigos a compartir un banquete. Aunque religiosa en origen, está considerada como una festividad secular.1

Historia

El día de Acción de Gracias en América del Norte tiene sus orígenes en una mezcla de tradiciones europeas y aborígenes.2 En Europa, los festivales se llevaban a cabo antes y después de los ciclos de cosecha para agradecer por una buena cosecha, y para celebrar después del duro trabajo junto con el resto de la comunidad.2 En esa época, los nativos americanos también celebraban el final de la cosecha. Cuando los europeos llegaron a lo que sería América por primera vez, llevaron sus propias tradiciones (fiestas de la cosecha) desde su continente, celebrando el final de su viaje, la paz y la buena cosecha. Aunque los orígenes del día de Acción de Gracias son similares en Canadá y en los Estados Unidos, los estadounidenses no suelen celebrar las contribuciones hechas en la isla de Newfoundland, mientras que los canadienses no celebran las contribuciones en Plymouth, Massachusetts.

En Canadá

El origen del primer día de Acción de Gracias en Canadá se remonta al explorador Martin Frobisher, quien buscó un pasaje por el norte hacia el océano Pacífico. Frobisher no celebraba el día por la cosecha, sino que agradecía haber sobrevivido al largo viaje desde Inglaterra a través de mares tormentosos y repletos de icebergs. En su tercer y último viaje a estas regiones en 1578, Frobisher llevó a cabo una ceremonia formal en la actual bahía de Frobisher, isla de Baffin (actualmente Nunavut) para dar las gracias a Dios; más tarde, celebraron la comunión en un servicio llevado a cabo por el ministro Robert Wolfall, el primer servicio religioso de ese tipo en la región.Años después, la tradición de la fiesta continuó a medida que fueron llegando más habitantes a las colonias en Canadá.

Los orígenes del día de Acción de Gracias en Canadá también pueden remontarse a principios del siglo XVII, cuando los franceses llegaron a Nueva Francia con el explorador Samuel de Champlain y celebraron sus cosechas exitosas. Los franceses de la zona solían tener fiestas al final de la temporada de cosechas y continuaban celebrando durante el invierno, e incluso compartían sus alimentos con los aborígenes de la región.

A medida que fueron llegando más emigrantes europeos a Canadá, las celebraciones después de una buena cosecha se fueron volviendo tradición. Los irlandeses, escoceses y alemanes también añadirían sus costumbres a las fiestas. La mayoría de las costumbres estadounidenses relacionadas con el día de Acción de Gracias (como el pavo o las gallinas de Guinea, provenientes de Madagascar), se incorporaron cuando los lealistas comenzaron a escapar de los Estados Unidos durante la Revolución estadounidense y se establecieron en Canadá.

En los Estados Unidos

En los Estados Unidos, la tradición moderna del día de Acción de Gracias tiene sus orígenes en el año 1621, en una celebración en Plymouth, en el actual estado de Massachusetts. También existen evidencias de que los exploradores españoles en Texas realizaron celebraciones en el continente con anterioridad en 1598, y fiestas de agradecimiento en la colonia de Virginia. La fiesta en 1621 se celebró en agradecimiento por una buena cosecha. En los años posteriores, la tradición continuó con los líderes civiles tales como el gobernador William Bradford, quien planeó celebrar el día y ayunar en 1623. Dado que al principio la colonia de Plymouth no tenía suficiente comida para alimentar a la mitad de los 102 colonos, los nativos de la tribu Wampanoag ayudaron a los peregrinos dándoles semillas y enseñándoles a pescar. La práctica de llevar a cabo un festival de la cosecha como este no se volvió una tradición regular en Nueva Inglaterra hasta finales de la década de 1660.

Según el historiador Jeremy Bangs, director del Leiden American Pilgrim Museum, los peregrinos pudieron haberse inspirado en los servicios anuales de Acción de Gracias por el alivio del asedio de Leiden en 1574, cuando vivían en Leiden.

Controversia sobre el origen

El sitio donde se llevó a cabo el primer día de Acción de Gracias en los Estados Unidos, e incluso en el continente, es un objeto de debate constante. Los escritores y profesores Robyn Gioia y Michael Gannon de la Universidad de Florida han señalado que la primera celebración de este día en lo que actualmente son los Estados Unidos fue llevada a cabo por los españoles el 8 de septiembre de 1565, en lo que hoy es Saint Augustine, Florida.

Asimismo, varios historiadores aseguran que la primera celebración del día de Acción de Gracias se realizó en Virginia, y no en Plymouth. Los servicios de agradecimiento eran rutinarios en lo que se convertiría en la Commonwealth de Virginia en 1607.

Tradiciones en los Estados Unidos

Cena familiar

La mayoría de personas en los Estados Unidos celebran esta fiesta con reuniones familiares en sus hogares donde preparan un banquete. En muchas casas es común ofrecer una oración de gracias. El plato principal tradicional para la cena es un gran pavo asado u horneado. Este pavo tradicionalmente va acompañado con un relleno hecho de pan de maíz y salvia. Se sirve tradicionalmente con una jalea o salsa de arándanos rojos. Además suelen servirse platos de verduras como las judías verdes (ejotes, vainitas), la papa dulce (boniato,camote) y el puré de papa con gravy, que es una salsa hecha del jugo del pavo; también suele servirse una gran variedad de postres, siendo el pastel de calabaza el más popular. También es común preparar el pastel de nuez pacana y el de manzana.

Desfile en Manhattan

Anualmente la cadena de tiendas departamentales Macy's realiza un gran desfile por las calles de Manhattan, Nueva York, que atrae a millones de personas a la avenida Broadway para ver los enormes globos gigantes y presenciar las actuaciones de artistas invitados.
Inicio de la temporada de compras

La mayoría de negocios y oficinas están cerrados en este día. Algunos almacenes, centros comerciales, restaurantes y bares permanecen abiertos. El viernes siguiente a la fiesta es tradicional la apertura de la temporada de compras navideñas. Este día se conoce como Viernes Negro (en inglés Black Friday). Almacenes y tiendas todos ofrecen precios de rebaja y mucha gente acude desde las primeras horas del día a los centros comerciales.

Fuente: wikipedia

20 nov 2012

Los ninjas y los desahucios imparables

Esta es la dura realidad. Ha sido el jaque mate de los ninjas. Y no se ha vuelto a levantar cabeza. Llevamos años poniendo tiritas y mercromina para curar un cáncer. Hemos pasado a quimioterapia, pero no hay extirpación del tumor y quizás no sea posible. La cura se pretende mediante la aceptación de los daños colaterales, es decir, los ciudadanos de a pie, que no disponen de fuerza ni constituyen un lobbie, salvo la fuerza de sus votos. Pero ante la falta de alternativas que amparen a los desamparados quizás la quimio esté atontando el cerebro de los corderos yse vota por descarte.
 
Ya no se habla de la crisis ninja, de las subprime, de lo que provocó la crisis enorme actual. Nadie habla ya de la ingeniería financiera ideada por los grandes especuladores para obtener cada vez más beneficios. Ahora parece que la culpa es casi exclusivamente de los que asumieron gastos por encima de sus posibilidades y de los malos gestores de los bancos (ahora son malos gestores). Pero esos malos gestores ven los toros desde la barrera de oro macizo de prejubilaciones doradas a las que tímidamente se habla de meter mano en alegatos demagógicos de dudoso éxito práctico. 
 
El entramado de las subprime y los ninja hará imposible que realmente paralicen los desahucios como medida de alivio a los ciudadanos afectados. Como mucho pondrán parches temporales que acallen gritos peligrosos y alentadores de problemas sociales. 
 
La realidad es que los préstamos están titulizados. Es decir, están empaquetados y vendidos como activos en el mercado y los colocaron para obtener liquidez a costa de grandes rentabilidades para los compradores. Realmente este tipo de titulizaciones son las que infectaron la economía con virus contagiosos al empezar a producirse una elevación de la mora, puesto que se habían concedido préstamos sin ningún control de riesgo y, peor, se empaquetaron y convirtieron en un instrumento de liquidez y especulación. Ahora no lo van a parar porque no saben ni quieren. Una famiia quebrada les importa muy poco, nada comparado con un banco quebrado. Esa es la realidad de la vida. O sea que no pensemos que van a cambiar mucho las cosas en esto.
 
Quizás sea bueno echar la vista atrás y volver a recordar el origen de la crisis subprime. Acompaño un artículo donde creo se explica bastante bien el entramado, que es bastante complejo. No tiene desperdicio. Recomiendo leerlo con calma e intentar entenderlo porque merece la pena.
 
 



15 nov 2012

Ser diputado en España

Sin desperdicio el artículo. Haciendo números cada diputado nos sale por unos 240.000 euros al año y cada senador por unos 200.000. Eso significa unos 84 millones de euros en diputados y unos 53 millones en senadores al año. Pero lo más sangrante es que la mayor parte de ese gasto no tributa porque aparte de los sueldos una gran parte de la retibución va en gastos pagados. Pero pagados incluso aunque no se consuman. Se les paga vivienda aunque vivan en Madrid, pero además les pagan todos los viajes. Y digo yo, si tienen 1.800 euros al mes para vivir en Madrid libres de impuestos (o sea netos de impuestos) que vivan en Madrid y si viajan a su casa que lo paguen ellos ¿no?. Tiene además una tarjeta para gastar en taxis en Madrid hasta 3.000 euros al mes (fomentando el trasnporte público) y a pesar de ello como muchos usan el coche para ir al aeropuerto ahora les pagan también el parking, les pagan iphones e Ipads con conexión a internet, y clase business en aviones sin límite de uso, y hasta les pagan las multas. Sólo en telefonía móvil y fija (porque también hay un gasto en teléfonos fijos del congreso) el gasto por diputado es de casi 3.300 euros al año, es decir que de media gastan más de 270 euros al mes en telefonía cada uno. Como todos nosotros ¿no?. Y para ser diputado puedes mentir todo lo que quieras y decirle a la gente lo que quiere oir para después hacer lo contrario y fastidiar al personal sin que pase nada. En fin ¿es un chollo o no dedicarse a la política?. ¿A que así es fácil subir impuestos y recortar salarios al populacho o protestar tímidamente si estás en la oposición?.
Díez, Olabarria, Jané... Doce diputados cobran más de 10.000 euros al mes
www.elconfidencial.com
¿Cuánto cobra al mes un diputado? La normativa del Congreso establece una asignación mensual de 2.813 euros

14 nov 2012

Auge de la ultraderecha en Europa

Es preocupante el auge de la extrema derecha en los últimos años en Europa. Especialmente en países del norte de Europa o aquellos donde la crisis empieza a hacer mella, como es el caso de Grecia. La historia es una materia muy importante y necesaria en la educación de todos nosotros y sirve, entre otras cosas, para conocer las causas que han originado los distintos hitos acaecidos en el tiempo, especialmente los más dolorosos y terribles. Y debería enseñarnos a poner soluciones y estar sobre aviso de lo que puede pasar. No es trivial la afirmación de que la historia se repite. Estamos en una situación económica global que significa un caldo de cultivo muy peligroso para todos estos movimientos, que se alimentan de la necesidad, la pobreza y de la falsedad y tergiversación de los sentimientos y realidades sociales. Estos grupos sostienen un discurso ultranacionalista, xenófobo y autoritario, con una tendencia populista en defensa exacerbada de la identidad nacional que no aboga por el mantenimiento de las instituciones y las libertades democráticas.También, se declaran democráticos y sus electores, en casos, no asocian a estos partidos posturas reaccionarias y antidemocráticas, aunque sus dirigentes puedan ser admiradores del fascismo, su estilo agresivo y su carácter excluyente, con políticas racistas, xenófobas y contrarias a diversas expresiones culturales y religiosas.

Recordemos que tras la crisis del 29 arrasaron en Europa los fascismos (Alemania, Italia, España...) sembrando de muerte y crueldad los años 30 y 40. Abramos los ojos y no dejemos que nos laven el cerebro. Aprendamos del pasado.


La ultraderecha griega gana la calle_ El Pais

Acompaño un cuadro con la relación actual de partidos de ultraderecha en Europa. Es preocupante su crecimiento en algunos países.






13 nov 2012

CNMV: La ampliación del Popular ahora es "compleja"



Me parece reprochable la actitud de la CNMV. Por un lado, porque se quiere quitar responsabilidad trasladándola en realidad al cliente final y segundo porque una vez aprobada la ampliación por la Junta del Popular y después de haber estado en boca de todos durante casi dos meses y de apoyarla desde el Gobierno ahora se pone una zancadilla a última hora que entorpece operativa y publicitariamente la ampliación y deja en realidad indefensos a los clientes. En realidad no se defiende al cliente ya que si existe una mala práctica por la red vendedora la habrá igualmente, sólo que ahora el cliente estampará una firma donde asume la responsabilidad total de lo que suceda. Lo que pretende la CNMV es quitarse responsabilidad. Autorizar pero con la boca pequeña. Echar balones fuera. Si realmente es un peligro para inversores minoristas, dada la importancia que tiene esta ampliación para el sistema financiero español y el bombo que se le ha dado, debería haber una total transparencia informativa a nivel general: telediarios, debates, anuncios en medios, etc. Porque si no, en vez de evitar un Bankia 2 se puede producir una mayor indefensión todavía de los clientes y un mayor problema. La CNMV es responsable de lo que autoriza y no sólo en este caso sino en todos los anteriores que han autorizado y han explotado en las manos de los pequeños inversores.
 
Reproduzco íntegramente el artículo de "El Confidencial" a continuación.
 
 
La CNMV no quiere abusos y avisa: Banco Popular es una inversión "compleja" - elConfidencial.com »
Ni el Gobierno ni el Ministerio de Economía quieren que el escándalo de las acciones preferentes les vuelva a explotar en las manos. Por ese motivo,la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) advierte en el folleto informativo de la ampliación de capital de Banco Popular que esta operación es un “producto complejo”  para un inversor particular, por lo que los que estén interesados tendrán que superar un test de idoneidad.En concreto, el organismo supervisor indica en el folleto informativo de la ampliación que “los derechos de suscripción preferente que se adquieran en el mercado secundario serán considerados, a efectos MIDIF, como producto complejo”.  Una calificación que tiene consecuencias relevantes, tanto para Banco Popular como para los inversores particulares que se animen a suscribir la colocación.
La entidad tiene la obligación de hacer una evaluación sobre la conveniencia de vender las acciones de la colocación a cualquier pequeño ahorrador que no tenga los suficientes conocimientos financieros. Si realizado ese test, el resultado es que el producto –los nuevos títulos- no es adecuado para ese perfil, tendrá que entregarle una advertencia en tal sentido. Si pese a ello, el inversor insiste en comprar las acciones, deberá ratificar que ha comprendido el aviso del banco mediante la inclusión junto a su firma de la expresión manuscrita “NO CONVENIENCIA” en mayúscula.
Del mismo modo, y en el caso de que no hubiera sido posible evaluar la conveniencia por no aportar el inversor los datos necesarios para ello, se le hará entrega de una advertencia en tal sentido. En caso de que al inversor le interese continuar con la operación, se le exigirá que ratifique haber comprendido el sentido de la advertencia mediante la inclusión junto a su fin de la expresión escrita “SIN EVALUACIÓN”.
No contenta con eso, la CNMV va a obligar a los comerciales del Popular, Santander y BBVA, los tres bancos españoles que venden las acciones, a entregar un tríptico en el que se resumen las condiciones de la operación. Una copia de este documento deberá ser firmada por los inversores para que quede en poder del banco, de tal manera que haya constancia de que se lo han leído y que conocen los riesgos de la operación. Todas estas exigencias también son de obligado cumplimiento, tanto si el ahorrador suscribe la ampliación a través de una oficina bancaria o a través de Internet.
La venda antes que la herida
Con todas estas precauciones, la CNMV pretende evitar los abusos que la banca cometió en la comercialización de todo tipo de productos financieros, como acciones preferentes, cuotas participativas, bonos convertibles, pagarés, etc… Se llegaron a dar los casos en que varias entidades colocaron productos complejos a personas que eran analfabetas, por lo que firmaron con la huella dactilar.
De esta manera, la Comisión pone en práctica por primera vez el real decreto aprobado por el Ministerio de Economía para el desarrollo de un registro de productos sofisticados, tal y como adelantó El Confidencial el 13 de agosto. Ese registro ponía un sinfín de objeciones a la banca para comercializar inversiones que no eran entendibles para un ahorrador particular.
Un tipo de inversor que ahora, al firmar los documentos que exige la CNMV en la ampliación de Banco Popular, también admite su responsabilidad. Así, en el supuesto de problemas en el futuro, no podrá demandar a la entidad por haberle vendido un producto cuyo perfil de riesgo era elevado.