26 ago 2011

Visita del Papa

Soy un defensor convencido de la individualidad. Mi religión soy yo mismo y mi autovaloración, mi propia moral. Esa moral la alimentan mis ideas, dudas, razonamientos, sentimientos, temores, deseos, reflexiones... Me crié en un colegio religioso. He vivido rodeado de familiares más o menos devotos. Estudié la carrera en una universidad religiosa. Y no han conseguido adherirme a su causa. Realmente desarrollaron una respuesta de rechazo en mí, y no porque el fondo, el contenido profundo lo rechace o lo descarte, sino precisamente por la propia religión. Soy un ser de espíritu rebelde y que no se conforma con que los demás piensen por mí, ni mucho menos en temas que mi mente no comparte. No creo en ninguna religión como tal, puesto que pienso que si existe Dios o algún ser supremo que nos ame, su amor, tan limpio y puro, no puede alimentarse de de la idolatría de la gente. No puedo concebir un ser supremo que necesite que me arrodille ante él y le haga reverencias o sacrificios. Pienso que sería una gran incongruencia. Y menos aún que si nos ha creado, nos pueda poner a prueba para castigarnos. ¿Acaso es un juego donde la diversión consiste en saber a quien castigo eternamente?.

Por más que lo pienso, mi razonamiento me lleva a decantarme porque estamos solos, que no hay un Dios. Que puede haber estados diferentes de nosotros. Que hay algo invisible que existe al margen del cuerpo y que puede llegar a perdurar de otra manera... Quizás pensar eso me dé miedo y quiera dejar de hacerlo. Porque en el fondo la fe en algo superior supone la inmortalidad y lo difícil es asumr que desapareceremos sin más. No puedo concebir la idea de no existir, mi mente no es capaz de imaginarla. Quizás la fe sólo sea eso, esperar que lo que parece inmposible pueda suceder. Es la esperanza de no desaparecer, de que si sufrimos en esta vida tendremos algún premio que nos ayude a soportar las penurias y las injusticias, que si somos bondadosos y generosos tendremos una recompensa, que los seres indeseables, violentos, crueles y malvados tendrán algún día su castigo. Quizás todo sea una fe en la justicia y en la inmortalidad, simplemente.

Pero la religión... eso no lo acepto ni lo aceptaré. Sobre todo con el rastro de maldades, avaricias, injusticias y crueldades que se han cometido en su nombre y en su defensa. Sobre todo cuando se mata por ello y cuando busca en realidad en su cúpula la posibilidad de hacerse con el poder y someter a los demás. Y no me refiero en concreto a la religión católica sino a todas sin excepción. Aunque reconozco que no las conozco todas.

La visita del Papa la veo más como un fenómeno social. No puedo concebirlo de otra forma. Veo por la tele a la gente que ha asistido y tengo una mezcla de sensaciones y valoraciones que me viene irremediablemente: risa, asombro, pena, rechazo... No comparto para nada el comportamiento de esa gente, pero evidentemente la respeto porque mi propia religión me dicta la norma de ser respetuoso y aceptar la manera de pensar de todo el mundo, sin otro límite que el daño a los demás. Aparentemente han disfrutado, se han sentido realizados y ha sido una experiencia que les ha llenado. Me alegro por ellos y les felicito por tener la suerte de sentir de esa manera. Pero no comparto ni su entusiasmo ni sus ideas. Y me parecen ridículas sus manifestaciones públicas y sus sonrisas de mentes planas y lavadas a las que parece darles igual que les parta un rayo si ven en persona al Papa. Para mí no se alejan mucho de cualquier integrante de una secta que pueda ser denostada públicamente, y sinceramente me dan pena porque no parecen pensar por sí mismos. Y quizás me da miedo, porque veo que hay mucha gente, y mucha gente además joven, que es capaz de seguir a ciegas cualquier norma que se les imponga por estúpida, injusta y dañina que sea, si es en defensa de la religión. Y me da miedo porque veo que no se ha avanzado demasiado respecto a otros siglos donde se mataba y torturaba ciegamente en nombre de la fe.

Ya no entro en el coste económico ni expongo el razonamiento fácil y quizás demagógico de que hubiera sido más cristiano repartir el dinero gastado en toda la gente que lo necesita... aunque no puedo evitar pensarlo...

22 ago 2011

Solicitud de No Amistad

El fenómeno de las redes sociales me resulta sorprendente. A veces no sé muy bien a qué obedece. No sé si es un acto compulsivo ante la fascinación que supone un escaparate público universal, o bien la fascinación ante todo lo que sea nuevas tecnologías. No sé si es una moda pasajera, un estar donde está todo el mundo, o más bien una mezcla de exhibicionismo moderado con el morbo de husmear en la vida ajena. Quizás sea una mezcla de todo eso, y en un porcentaje reducido realmente para lo que se supone están creadas, que es conocer gente y relacionar de forma virtual personas de forma más sencilla e inmediata. Mantener un contacto con otras personas, ya conocidas o que se quieren conocer.

Cada uno tendrá sus razones, y seguramente todos tengamos una razón híbrida entre todas las mencionadas y alguna más. Confieso que en mi caso he sido inducido, pero no he conseguido que sea algo que me atraiga ni me aporte nada. Quizás me dé más temor abrir una ventana a que cualquiera con malas intenciones se meta en mi vida que lo que pueda significar en mi relación con los demás.

Lo que realmente me sorprende del fenómeno, al menos en mi caso, es la gente (amiga o no amiga) que te envía una solicitud de amistad, para luego pasar de ti sin ningún rubor. Ya me ha pasado con varias personas, y eso que tengo pocas personas admitidas. Pero he experimentado lo que yo he llamado SOLICITUD DE NO AMISTAD. El caso es que te mandan una solicitud de amistad. Personas que hace años perdiste el contacto con ellas, o que más o menos lo mantienes o simplemente no conoces pero quieren conocerte. Y dices, "coño, cuánto tiempo", "qué ilusión saber de esta persona"... Les aceptas, les escribes, les envías algún mensaje, y ¡qué curioso! ¡no te contestan! vuelven a estar en el olvido en tu vida. Sólo que ahora las ves allí todas las veces que entras a ver tu cuenta, como un castigo, recordándote que una antigua amistad te ha enlazado para que no te olvides de que ya no quiere ser tu amig/a. ¿Una forma de crueldad ?La amistad, para mí al menos, es otra cosa.

18 ago 2011

El Fútbol es así


El futbol es así. Eso dicen los expertos, al menos en vocabulario de frases hechas en el fútbol. A veces parece como si el aficionado al fútbol fuera tan corto en mente y lenguaje que el idioma deba limitarse a la comunicación de una serie limitada de frases predefinidas que pueden usarse en cualquier foro, por cualquier motivo y que dan salida airosa en cualquier conversación sobre el tema. Tema del que, por cierto, todo el mundo no sólo entiende sino que es un experto.

Cuando yo era niño, me entusiasmaba el fútbol y de hecho era un apasionado de mi equipo, con la esperanza, pobre de mí, de que pudiese llegar a competir por ganar títulos. Porque al final lo que le importa a todo el mundo es ganar. Eso es lo que queda. Curiosamente, cuando mi equipo pudo competir y llegó incluso a ganar algún título, me di cuenta por fin de que este gran circo está montado para que siempre ganen los mismos, porque eso mueve dinero y compensa económicamente.

Al final el dinero, el poder, los recursos económicos, es lo que mueve y dirige el mundo. Los ideales e ilusiones quedan para las campañas de marketing y convencernos a todos de "comprar" de forma engañosa una ilusión.

Curiosamente cuando mi equipo pudo competir, lo que realmente disfruté fue del placer de verlos jugar y disponer de posibilidades. Fue cuando realmente comprendí que lo que realmente me importaba era el placer de disfrutar del mismo juego en sí mismo. Pero también comprendí que lo que mueve el circo es un motor muy distinto a la propia esencia del deporte y eso acabó por apartarme de mi afición. Ahora puedo ver algún partido, pero sinceramente me da igual quien gane y no pierdo la ocasión de hacer otras cosas para ver un partido.

Ayer se jugó otro "partido del siglo". Y la verdad, lo vi porque coincidió la hora, la falta de alternativas, etc. Pero siempre que veo jugar a los llmados "grandes" pienso lo bonito que sería que perdieran los dos, lo cual no es posible. Y lo bonito que sería que todos los equipos pudiesen competir en igualdad de medios y sin que nadie les pisase si en algún momento se atreviesen a discutir el poder de los de siempre. Al menos me quedó el regusto de comprobar que la propia ansiedad de poder y de autoalabanza les lleva a mostrar al mundo su soberbia y el no saber competir por el propio deporte, sino que sólo vale ganar. Al menos uno de los dos pierde siempre y sufre la penitencia de sus propios pecados.

Qué pena. Con lo bonito que podía ser...






17 ago 2011

Agosto, frío en el rostro... y en la vida

El refranero es sabio, o eso dicen. En realidad es producto de la sabiduría popular, esa que dicen se ha ido creando en base a la experiencia que da la realidad de la vida.Así dicho y si reflexionamos un poco no deja de ser pura estadística. ¿no?. Uf, cómo odio la estadística. Siempre seré un rebelde frente a la mayoría estadística y un defensor a ultranza de la identidad singular y diferente, porque creo que eso es lo que nos hace diferentes e imprevisibles, y por tanto interesantes.

En fin. Lo que sí es cierto, es que el refranero refleja lo que la vida ha ido enseñando por la repetición histórica de los hechos. Y lo que es una realidad es que cuando se concentran las vacaciones de la gente en un mes, el de agosto, que cierra el buen tiempo estival, parece que el mundo se duerme y entra en una etapa de letargo inconsciente.

Me gusta esa sensación de limbo estival, porque parece que se respira más aire, que se mastican los minutos y la mente se libera para pensar que estamos vivos y existimos. Pero al mismo tiempo provoca una cierta sensación de depresión, al menos a los que, como es mi caso, tenemos tendencia a sentirnos decepcionados con la vida y en cierto modo saca pecho nuestro espíritu decadente.

El silencio se agradece, pero perturba. Esa mezcla de vacío, roto por el rugido del mar, tendido sobre ese desierto atemporal que es la playa para mí, aflora sentimientos torpemente escondidos por la necesidad y el paso del tiempo. Esa nostalgia indefinida y sin otra causa que la misma existencia aturde los sentidos ya débiles por el mismo calor puntual.

Me gusta esa sensación, siempre me ha gustado. Sensación de derrota calmada y asumida ante una realidad desconocida, pero llena de hastío y penumbra. Es la dulce amargura del silencio y la nada, que arrastra como un imán imaginario hacia la autodestrucción injustificada.

Creo que todos entramos en cierta fase de letargo en nuestra vida, tanto personal como laboral, en agosto. Es como echar el aire fuera y sentir nostalgia de un pasado insatisfecho que nos hace sentir levemente esas sensaciones nunca olvidadas. Cuando nos damos cuenta volvemos a tomar aire y a olvidar esta nada temporal y ese pasado vuelve a enterrarse en el subconsciente, bien atado, para no desatar la fascinación de autodestruirse.

Ánimo. Este tiempo improductivo no es tal. Creo que es necesario para oxigenar el cerebro y sentir que la vida puede tener sentido, o al menos queremos creer que así sea. Amen.